viernes, 25 de septiembre de 2009

"Legítimas y acreditadas tortas de aceite de Inés Rosales"


Ponga usted en su vida diaria una de las legítimas, acreditadas, magníficas, aclamadas, coreadas Tortas de Aceite de Inés Rosales, histórica e historiada merienda, almuerzo, piscolabis, de duquesas, marqueses, aristócratas, burgueses junto a una taza de chocolate o un vaso de leche, o a un té que es más exótico o anglófilo.

Proveniente de tierras sevillanas (Castilleja de la Cuesta) viene su envoltorio aromatizado con el olor primaveral del azahar y el fervoroso perfume de los cirios que alumbran el paso de Nuestra Señora de la Esperanza (Macarena).

Dulce laico no va su consumo unido tradicionalmente a ninguno de los tiempos religiosos que rigen nuestro calendario, como el contumaz e irreductible polvorón a la Navidad, o la esquisita y tierna torrija a la ascética Cuaresma. Dulce laico puede consumirse en cualquier época del año; tiene algo de profana y eucarística obléa que se deshace en la boca pergeñando un sabor de azúcar anisada.

Es maná, ambrosía, dulce artesano y tradicional con reminiscencias de tiempos pasados alumbrados por una luz virginal, clara, sencilla; ecos que nos llegan contenidos, resumidos, resplandeciendo en ese dorado sol tangible y cercano que es una torta de aceite: sol hecho de carne con sus mismas manchas solares, las diminutas, agrisadas, escondidas semillas de anís y una capa de azúcar semiderretida.

Poesía al servicio de la gula, pecado que ensancha.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El hombre del salto


En su sorprendente "El hombre del salto", Don Delillo, aborda los atentados del 11-S desde el punto de vista de Keith uno de sus supervivientes, que se hallaba en el interior de una de las torres gemelas, cuando se produjo el fatídico incidente. El libro comienza con el pseudo-protagonista caminando entre la repentina oscuridad y las nubes de polvo y ceniza, con el rumbo perdido, desorientado y dejándose llevar por su instinto, que acaba depositándolo frente a la puerta de la casa de su ex-mujer Lianne, con la que comparte un hijo, y la cual , viendo su penoso estado acaba acojíendolo en casa.
Son numerosos los personajes que Delillo introduce en la novela, así como dispares las circunstancias de estos y las situaciones del relato; Lianne trabaja con enfermos de Alzheimer en un club de escritura, en el que estos escriben lo que sienten, antes de que todo lo devore la enfermedad; la madre de Lianne demócrata de convicciones, se plantea las causas de los atentados de forma liberticida; uno de los terroristas suicidas se cuestiona la idoneidad de sus actos y recuerda su vida no tan contemplativa como la de sus compañeros de acción; y así un largo etcétera.
Esta gran novela de Delillo, recomendable en todos los sentidos, contiene una frase casi lapidaria:

"El mundo cambia primero en la mente
del hombre que quiere cambiarlo"

Disfrutad su lectura.